Según la leyenda de los caballeros Templarios, luego de la crucifixión el grial fue escondido bajo el Templo de Jerusalén y allí permaneció por mil años hasta la primera cruzada liderada por Godofreo de Boiullón. Para proteger a los peregrinos europeos que visitaba Jerusalén, Hugo de Peyes, fundó la orden de los Caballeros Templarios o del Temple. Sus ocho fundadores llegaron en 1118 a Jerusalén, descubrieron el Santo Grial y desde entonces se convirtieron en sus guardianes. Con el paso de los años, los Templarios se transformaron en una poderosa orden internacional con más de 20 mil miembros.
A principios del siglo XIV la iglesia de Roma los acusó de herejía, culto al demonio y prácticas inmorales, y con el apoyo del rey de Francia, Felipe IV “el hermoso”, los asesinó a todos. Sin embargo, nunca se encontró la riqueza ni el grial que decían poseer.
La leyenda cuenta que algunos Templarios milagrosamente lograron escapar hacia el castillo de Roslin en Escocia, perteneciente a la familia Sinclair, y que ahí guardaron el Santo Grial, exactamente, dentro de la llamado Pilar del Aprendiz y la riqueza en bóvedas subterráneas.