Durante su juventud Mahoma demostró ser inteligente, de mente abierta y capaz de comunicarse con mucha gente distinta, gracias a lo que aprendió con los beduinos. Tenía carisma, don de gente amable y sabía resolver con facilidad los conflictos. Fue proclamado en La Meca como “el que inspira confianza”, luego de que resolviera una violenta disputa entre los cuatro jefes de clanes que querían volver a colocar la sagrada Piedra Negra en la Kaaba que habían restaurado. En agradecimiento le otorgaron a él poner la Piedra Negra en su lugar.
A los 40 años, según la tradición del Islam, el ángel Gabriel se le revela en forma de hombre en la cueva Hira, a unos kilómetros de La Meca y le da instrucciones para hablar en nombre del “Dios único y omnipotente”. Luego de la revelación comienza a predicar.
